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lunes, 18 de noviembre de 2013

HABLEMOS DE LOS ORDENES DEL AMOR o CONSTELACIONES FAMILIARES.




Cuando leí por primera vez a Bert Hellinger, tuve dos sensaciones: La primera: sentí como psicóloga,que había encontrado una pieza que faltaba en mi quehacer profesional, era como recibir una brisa nueva y suave sobre la comprensión de muchas situaciones, personales y de mis consultantes.Y la segunda: fue una sacudida, a mis estructuras tanto personales como profesionales, a mi mundo de conceptos y explicaciones. Encontrar esta herramienta, fue bajar la cabeza ante el hecho evidente, "QUE LA FUERZA VINCULANTE DE UNA FAMILIA (El amor)  TIENE UN PODER SANADOR QUE NO HABÍA IMAGINADO NI EN MIL AÑOS, y que no existen suficientes palabras para explicarlo. 

Pude ver este efecto sanador e incomprensible en mi propia vida, y fue entonces cuando decidí que con cabeza y corazón abierto haría una interesante inmersión al mundo de los ORDENES DEL AMOR, o CONSTELACIONES FAMILIARES. 


Mi primer aprendizaje consistió en comprender que paradojicamente, para resolver una situación totalmente de orden individual o personal tenemos que sumergirnos en el mundo de la vinculación, en el mundo de los sistemas, en el universo histórico familiar, y así de esta manera llegar a la resolución de dicho conflicto personal."  La paradoja consiste en que el sistema se sirve del conflicto personal con el fin de recuperar su equilibrio, y la persona se sirve del sistema para resolver su situación particular". ambos se necesitan para su bienestar.  Definitivamente no nos queda mas remedio que reconocer que no somos islas independientes, reconocer que estamos unidos, vinculados, incorporados en sistemas ancestrales, que hoy de alguna manera marcan nuestros pasos.


A veces escuchamos y leemos sobre la historia de algunas culturas y las vemos como algo ajeno  a nuestra propia cotidianidad, algo que alguien vivió y que nos brinda información, sin embargo, somos parte de esa antropología, ya que cada uno de nosotros, cuenta con su propia historia, con sus propios ancestros y es Bert Hellinger, quien nos lo recuerda, con fuerza, con pruebas, con claridad. Sí, queridos lectores, nuestros ancestros están presentes en nosotros y nuestras vidas, como lo estaremos nosotros en las generaciones futuras. Este es un hecho, ya no es una hipótesis. Tanto Bert Hellinger, como Rupert Sheldrake, han demostrado como las huellas del pasado, no son huellas muertas, inactivas, sino que continúan vigentes , muy vivas en nuestra cotidianidad, en nuestro quehacer personal, en el logro o frustración de nuestras metas,  aunque nos guste o disguste, aunque no comprendamos completamente como algo que hizo, mi bisabuelo/a, tíos, padre o madre, pueden estar actuando en mi vida a favor o en contra. Hasta ahora nuestra sociedad consumista, nos hablaba del individuo y nos fue convenciendo de que la familia era algo que se podía obviar, reemplazar, olvidar. ¡OH NADA MAS LEJANO DE LA REALIDAD!.  Puedes constelar y comprobar, lo que parece incomprobable, que muchos eventos del pasado, continúan vivos en el presente.


Es importante aclarar que puedes constelar una situación que desees resolver estando presente o solo autorizando al constelador para que entre a tu sistema familiar y a partir de la problemática a resolver, el sistema permita ver y equilibrar aquello que te tiene atrapado/a. 
Nosotros en nuestra fundación ASBUENAVIDA, hemos constelado desde Bogotá, personas que viven en New York, Boston, Ecuador, Japón o diferentes ciudades de Colombia, y el efecto es igual que si estas presente. ¿Por que?, porque cuando autorizas que ingresemos al campo morfico-familiar (termino acuñado por Rupert Sheldrake) solo hacemos eso, ingresar y que el sistema evidencie el desequilibrio, después de eso sigue siendo tu sistema y lo que allí se equilibre, te  pertenece a ti y a tu familia. 


Ok. hasta aquí por ahora, si tienes comentarios o inquietudes, solo pregúntanos. Igual si ya has tenido experiencia con esta herramienta, compártela. Vale la pena divulgarla, para que muchos se sirvan de ella y descubran que si se puede vivir MUY BIEN y tener una BUENA VIDA, cuando se reconoce al sistema familiar y sus ordenes. 







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